La passeggiata de Cristian Billardi se sitúa entre la crónica y el diario íntimo, poético: discurre ahí donde los géneros estallan. En esa frontera difusa, fértil, el autor nos presenta la voz y la mirada que registra y narra un acaecer cotidiano donde lo más inédito se conjuga con lo conocido, con lo familiar. La irrupción de la pandemia, las restricciones y el aislamiento reconfiguran, refuerzan y alumbran la desigualdad, los avatares del amor, el exilio, la soledad: esa sensación, vertiginosa y fatal, de no estar en ningún lado. En ese contexto, la passeggiata interrumpe el encierro. el mar, la piedra, las voces de poetas muertos y la escritura —fragmentaria, íntima, éxtima— aparecen como un rito irremediable y fatal. Allí, en ese paseo que implica, también, un salirse de sí, advertimos que, como apunta Billardi, "irremedia - blemente quieto, todo avanza".