Las 285 páginas siguientes de esta novela de Juan Filloy –publicada en 1932 y reeditada 36 años más tarde en la colección de Paidós dirigida por Bernardo Verbitsky– constituyen la demostración cabal, concluyente, de que dicha palabra enuncia una orden, una recomendación, un mandato, incluso una acción performativa. También una teoría, cuyos desarrollos se hallan inmersos en el devenir de la narración.